Entendimos que primero hay que levantarse para dar los primeros pasos, entendimos que después de los primeros pasos hay que dar los siguientes y entendimos, en fin, que la vida está llena de primeros pasos.

Tres palabras se repitieron a lo largo de las Conferencias “pasión”, “esfuerzo” y “tiempo”. Este sencillo mantra permitió que un chaval de 16 años pusiera en óbita terrestre un satélite diseñado y fabricado por él mismo, que una persona fuera testigo en primera persona del impacto medioambiental en toda el planeta dando la vuelta al mundo ¡andando!. Grandes gestas que aparecerán, a buen seguro en los libros de historia. Pero también sencillas HISTORIAS, escritas con mayúsculas, de personas que en sus primeros pasos han querido servir a los demás con proyectos medioambientales, divulgando su mensaje, haciendo del teatro una forma de hacer el mundo más humano o simplemente jóvenes que llevando un bocadillo a personas sin hogar se acercan a esas otras realidades que son invisibles para muchos.

El evento no dejó indiferente a los asistentes. Una toma de conciencia de que no hay retos imposibles, sólo hace falta pasión, esfuerzo y tiempo para que una persona pueda cambiar el mundo.